El objeto de la estética
Lo común al escuchar la palabra estética, nuestra mente la asocia como una cuestión de
belleza únicamente. La estética es un término que posee diferentes acepciones según el
área donde se emplee. Sin embargo, a grandes rasgos se entiende por estética la manera
particular de apreciar el arte y la belleza. Mediante el artículo de Manuel B. Trías,
intentaremos interpretarla desde un punto de vista más filosófico. Así pues nos pueden
surgir los siguientes preguntas: ¿qué es la estética?, ¿para qué sirve?, ¿qué es la
belleza?, ¿qué es el arte?, ¿cómo relacionamos una con la otra?, ¿de dónde surge ésta?,
¿quién la introdujo?, ¿ha existido siempre?, ¿somos conscientes de lo que es? O
finalmente una propia pregunta que introduce el artículo, ¿qué relaciones tiene la obra
de arte con las otras esferas culturales especialmente con la Teología y la Moral?
Tras haber planteado estas preguntas, Manuel B. Trías tratará de explicar la Estética
basándose en su propia tesis:
El término Estética no se emplea solo como palabra única, sino también como disciplina
filosófica, es decir, una rama más de la Filosofía. Si bien es cierto que se utiliza la
Estética para describir algo artístico, no se limita solo a eso, sino que engloba a todos
los pensamientos que tienen que ver con el arte y lo bello; personas que evalúan una
obra de arte (críticos), la historia de esa obra, los receptores etc.
Por lo que surge una primera definición para la Estética: “teoría del arte y la belleza”.
No obstante, a lo largo de la historia muchas han sido las reflexiones generadas por
diversos pensadores en torno a lo que significa estética. Poniendo un ejemplo no
mencionado en el texto, por ejemplo, según Platón, la estética no corresponde a lo que
es agradable a los sentidos debido a que es objeto de admiración y no de deseo,
queriendo así diferenciarla y separarla del concepto del arte (habilidad o capacidad
creadora del ser humano tanto en lo material como intelectual).
Por otra parte, Kant más que intentar separar conceptos, trata de no confundirlos con
otros como lo bueno, lo verdadero o lo útil , mediante su libro publicado Aesthetica de
Baumgarten (1750) o de la Crítica del juicio (1790), aunque este último puede ser
negado en caso de que la filosofía escolástica había determinado la belleza como
instancia objetivamente autónoma.
El principio elegido por Kant es la tripartición de las facultades superiores del espíritu y
la correspondiente división de los juicios en teóricos, estéticos y prácticos. Dichos
juicios se apoyan en principios "a priori" peculiares de cada facultad fundamental del
espíritu. El juicio teleológico en una de sus formas: finalidad sin fin (sin representación
del concepto final) hace posible fundar la Estética, o teoría del gusto, como autónoma.
El objeto de la Estética, es, pues, una estructura cuya esencia está dada por la forma de
la finalidad.
En este sentido La Cultura juega un papel muy importante. Empezamos dividiéndolo en
dos estructuras: la especulativa, que atienden únicamente a la verdad, y la práctica, que
se constituye por las ciencias de conocimiento ejecutivo en el que a debe incluirse el
resultado objetivo teleológico de dichas ciencias: el mundo del arte objetivamente
considerado.
A su vez, la estructura de la práctica se divide a su vez en el obrar (el fin es siempre el
hombre, su conducta es el uso que hace de su libertad, y a la regulación de este uso se
dirige todo en el ámbito práctico-moral de la Cultura), y el de la conducta y el del hacer
o de la producción. Se determina no por el uso que se haga de la libertad, sino por la
obra realizada y estimada en sí misma. Diferencia del obrar, no a la perfección del
hombre sino a la perfección de la obra. En este dominio debe entrar el arte no sólo en su
aspecto subjetivo (hábito artístico) sino también en su concreción histórica (la obra de
arte).
Una vez establecido el objeto formal de la Filosofía del arte, comienza su tarea de
aclararlo y comprenderlo. El primer problema es determinar la constitución íntima de la
obra de arte, sus propiedades, su esencia.
Al investigar la obra de arte en sí, descubre el filósofo del arte que el conocimiento del
valor de la obra se da en una relación, análoga a la relación de conocimiento. Para
resolver su propio problema la Estética, o mejor el filósofo del arte, debe resolver
problemas conexos (metafísica, teología, etc).
CONCLUSIÓN:
Para poder desarrollar una sociedad justa en relación a la estética, tendríamos que
buscar más allá de aquello que todo el mundo considera lo mejor o en el caso del arte,
bello. Concentrarse no en la “obra”, sino en la historia de la misma, como menciona el
artículo, diciéndolo de otra manera, dejar de concentrarnos tanto en nosotros mismos y
empezar a pensar en nosotros como conjunto, buscando igualdad y no superioridad,
dejar de buscar lo perfecto y apreciar lo imperfecto, valorarnos por lo que somos y no
por lo que hacemos.
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